viernes, diciembre 25, 2009

Sin nombre.

Me miras sentada en una banca,
mientras la brisa de iniverno trata de seducir a mi cabello,
mientras el viento se lleva lejos las que suponen ser las últimas hojas de nuestra historia.
Atento me observas.
Y yo lucho por mantener los suspiros escondidos en mi garganta
y por coserme los labios con la poca saliva que me queda.
Me contradigo.
Porque no debería decir esto,
porque debo dejar los susurros dentro de mi mente.
Porque es así: Te quiero...
Y eso ya no se puede.