domingo, octubre 11, 2009

La de los tacones rojos...

Caminé, y los pasos se quedaron grabados en mi cabeza, tan sigilosos como el contoneo de una cadera que viene y va. El cuarto seguía en silencio, los pasillos resonantes de paz no dejaban de hablar de su rostro y las paredes continuamente la observaban silenciosas.







Toc, toc, toc, toc, toc...





Era ella, y de nuevo sus tacones rojo carmín, rojos como sus labios. Me seducían hasta llevarme al borde del infinito.
Tan tranquilos, tan pacientes, tan recios, tan sensuales, tan ella, tan ella...



Qué más podría ser?, sino la muestra de un corazón rojo que ardía como volcán sin detenerse...