Desde luego que ya los universos no van a alcanzar al reloj que salió corriendo, al reloj que nació de las entrañas de la Tierra, del centro del Sistema Solar y más aun del centro estrellado del, que yo le llamo, Frasco de leche.
Y yo, aunque parezco adicta al tiempo, ¿Qué puedo hacer?, si los segundos camicaces se estrellan en mi vida y golpean mi edad poco a poco.
-¿Que esque tú ves todo de colores bonitos?-
-Pues no, pero todo tiene colores, ¿cómo no quieres que lo vea?-
Y asì, de preferencia, nos quedamos callados. Porque de todos modos asì se nos va la vida entre conversaciones sin fin alguno.
Luego, entre la bóveda celeste y tú, ¿Qué diferencia hay?, ¿un millón de estrellas acaso?, y què hay de tus ojos, esos que brillan màs que el universo entero.
Lo peor es que no sé quién eres, pero de poco en tanto, mientras me vuelvo astronauta para volar en tus cielos; obsérvame. Que yo estaré buscándote y cuando te encuentre te vas a quedar aquí, conmigo, y nos vamos a la Luna.
Tu astronauta.