Y he estado aquí tantísimo tiempo que ya no recuerdo siquiera lo que sucedía con tu lunar, ese que me encanta. Ya no he comentado de mis generalidades, y he dejado atrás lo que un día imaginé, lo que unos sueñan y que desean a su estrella en el amanecer. El problema es que yo no tengo ni estrella ni mucho menos soy cometa y que por lo visto ya para a poco esa situación me avergüenza. Y luego ya bastantes se me adelantaron en mi camino que no estoy segura de poder llegar con ese último suspiro tuyo que me diste de obsequio en navidad... O talvez, en la que fué MÍ navidad porque ya con el fausto gobierno cualquier plebe puede crear su navidad con un pinito y unas cuantas luces. Pero tú, transformaste un día de los que cualquiera menciona en uno de los más especiales.
Aún me encuentro entre pairos y derivas, entre penumbras, entre voces sigilosas, entre tanto y poco que no logro asimilar quién eres y por qué estás aquí.
No me he estancado en algún buen drama para no referirme a tus analogías, y ni aunque chocaran un millón de asteroides en Titán... Lograrías que dejara de hacerlo.
Ni que yo fuera quién, mucho menos Medea para venderme a tus cabellos.
